jueves, 10 de junio de 2010

La tarta caníbal


Hace un par de años o así, el libro gastronómico de Alex Kapranos sirvió para que el rock y la cocina se hicieran extraños compañeros... no sé si de cama, pero sí al menos de espacio en las estanterías posmodernas. Mucho antes, el brutal escritor y dibujante Roland Topor, del grupo Pánico (como Jodorowsky y Arrabal), publicó un recetario gore que desde aquí recomiendo: "La cocina caníbal".
Por mi parte, y como pequeña aportación a la causa, anteayer hice una tarta de galletas y crema pastelera que tenía poco de rockera, de acuerdo, pero significó mi debut en la repostería.
Me gusta la gastronomía porque me gusta comer. Por eso mismo me aburren los restaurantes modernos y las pretensiones desestructuradas de ciertos chefs. Desde mis modestas atalayas defiendo los chuletones, las gambas rojas a la plancha y los cocidos de toma pan y siesta.
Quizá reconvierta este blog en un diario gastronómico. O quizá no, porque sigo con el miedo a que otros me roben las ideas. No supero el trauma ochentero del Copyright, lo sé.
La receta de la tarta es muy sencilla: galletas trituradas y apelmazadas con mantequilla, dos sobres de flanín mezclados con poca leche para que el resultado sea obscenamente espeso y unas frutitas cortadas en rodajas como toque final. Manzana y kiwi, por ejemplo.
Otro día publicaré cómo preparo la ensalada de lentejas. O mejor todavía: plagiaré la receta de "El bobo adornado", de Topor. Eso sí es surrealismo caníbal.

P.D. El dibujo es de Topor, por cierto.