sábado, 6 de marzo de 2010

Psicosis


Hitchcock,que era más listo que el
hambre que no pasaba, les dijo un día a los de la Paramount
que sacrificaría su sueldo si a cambio le dejaban
rodar «Psicosis». Le respondieron que sí, se ahorraron
250.000 dólares y luego tuvieron que darle dinero a
espuertas porque la letra pequeña del contrato rezaba
que el director se llevaría el 60 por ciento de los beneficios.
Viene esto a cuento porque se cumplen ahora cincuenta
años del día en el que el orondo maestro firmó la
mejor película de terror de la historia, amén de la primera
producción de Hollywood en la que una rutilante estrella
protagonista, Janet Leigh en este caso, apenas dura
viva cuarenta minutos. Así de genial era Hitchcock, capaz
de degollar en pelota picada a una de sus rubias y,
entre medias, calzar a la puritana sociedad americana
una sobredosis de complejo de Edipo, perversiones sexuales
y travestismo gerontófilo. Y todo a cambio de un millón
de dólares, que es lo que costó rodar en poderoso
blanco y negro el asesinato más higiénico de la historia;
una ducha y listo.
«Psicosis» fue un éxito incomprensible, pero no porque
no mereciera serlo, sino porque la gente pegaba tales
gritos en el patio de butacas que ni se enteraba de lo que
estaba sucediendo en la pantalla. Sin embargo, a partir
de tan apabullante alarido de gloria, Hitchcock fue
en picado y si acaso picó algo fue con «Los pájaros»,
pero nada más, porque ya lo había logrado todo, la genialidad
mayúscula y enorme de un perverso fenomenal que susurraba guarrerías al
oído de Grace Kelly y llamaba vaca lechera a la vaca lechera
de Kim Novak. Aunque en el fondo, ya saben, él
no habría sido capaz de matar ni a una mosca.