lunes, 2 de mayo de 2011

Dar una vuelta. Darle la vuelta


Te pueden romper la vida.
Te pueden romper el alma.
Te pueden romper el colchón.
Pero que no te digan lo que no.
No era uno, eran más.
Todos menos yo.
Cualquiera vale ahora menos yo.
Menos tú.
Vaya, no sabía.
No hay más que hablar.
No hay más que amar.
Ha resultado la mejor manera.
Punto y aparte.

Un horror lo tiene cualquiera.
Eso no lo queríamos para ti.
Eso no.
Eso sí.
Eso no.
Sí y no.
Ahora comienza el viaje.
Hay turbulencias (muchas) pero al menos hemos despegado.
Las azafatas sirven aperitivos salados.
Qué salados. Qué saladas (las azafatas).
Si pides algo te hacen caso.
Y te lo ponen (aunque no te pongan).
Habría querido otro final.
Habría querido hasta el final.
Lo sabéis - lo sabe - lo sé.
Ya no hay vuelta atrás.
¿Quieres dar una vuelta?
Sí, quiero.


P.D. La idea es cambiar de idea. Lo que no sabemos es cuál.
P.D. 2. Chicago, de Sufjan Stevens, es la canción. Porque suena a a carreteras secundarias y a los viajes que nos quedan. El casco será el mismo, pero el depósito siempre estará lleno. A reventar de gasolina.
P.D.3. Cuando el nudo (del estómago) se deshace, resulta que vomitas. Unas quince veces por lo menos, depende del caso. Nos quedan catorce y ya acabamos.

3 comentarios:

  1. Qué secuencia más bonita de versos encadenados y de imágenes. Qué nudo en el estómago me dejas ahora a mí después de vomitarlo tú.

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  2. Eres un escritor maravilloso con alma de poeta (¡qué bien que la hayas sacado a pasear de debajo del colchón!)...besicos y gracias, Mariajo

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