lunes, 24 de mayo de 2010

En la cama con Mark



He pensado que ya es hora de actualizar. Un segundo después he pensado que no tenía nada interesante que añadir. Dos segundos después he comenzado a escribir. Tres segundos después ya estoy soltando tonterías. No soy nada moderno, porque las buenas ideas las reservo para el papel. No me fío de los blogs. No creo en ellos, al menos no en el mío. Sé que no tengo razón, que aquí está el futuro. O el presente. Pero me parece una chorrada.
Podría hablar de cine. De piscinas. De lobotomías. De escrituras. De Mark Twain. De lo bien que escribía Mark Twain. Anteayer me compré Huckleberry Finn, como si no lo hubiera leído ya. Me gustó la edición de Salvat, amarillenta y olorosa. Los libros que no huelen no son tan libros. Yo me entiendo.
Al final he hablado un poco de Mark Twain. De lo demás, nada. Lo dejo para el papel. De esta manera me aseguro de que, al menos, mis escritos sirvan para envolver el pescado.
El que quiera peces que se compre uno naranja.

P.D.: Mark Twain escribía igual que yo, tirado en la cama entre almohadones. Las distancias están salvadas. Un poco al menos.