lunes, 3 de enero de 2011

Año nuevo, nada nuevo


Nada, que no he tenido tiempo. Tampoco ganas. Pretendía llenar esto de listas con mis favoritos de 2010, pero se me ha echado el año encima. Estamos a día 2 (casi 3) y toca hablar de cosas nuevas. Otra vez será.

Empiezo a asumir (con cierta dificultad, no lo niego) que soy incapaz de generar ideas para revistas varias, blogs y hasta conversaciones domésticas. No doy para tanto. O me centro o acabo loco del todo. En fin.

Entre mis lecturas recientes gana por goleada "Lo que sé de los hombrecillos", de Juan José Millás, un ejercicio junguiano en el que el autor utiliza a un clon diminuto (como aquellos seres bondadosos que vivían en las rendijas del aire) para airear su lado oscuro (la sombra) y, de paso, mostrarnos todo lo que atenta contra la sociedad de lo políticamente correcto. El sexo y la muerte como diversión frente al tedio de la rutina. Caín y Abel, el bueno y el malo, lo establecido frente al canalleo que se cuece en los avernos. Mola.

Once maneras de sentirse solo, de Richard Yates, ya está a punto de terminar, pero no quiero que eso ocurra. Demasiado bueno para morir. Por eso cuelo otros entre medias.

De música, quien lea mi blog en Elle sabrá por dónde van los tiros: me ha dado por el revival y he comenzado el año cargado de vinilos. Como el Dig for Fire de The Pixies. Vuelven los 90, ya veréis.

Feliz 2011.

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