Contador a cero puede significar dos cosas:
1. Que quien cuenta no cuente nada porque está
seco. A cero.
O a menos incluso.
O a menos incluso.
2. Que el marcador se resetea porque una etapa ya
caput.
Y que, por tanto, empezamos de nuevo.
Y que, por tanto, empezamos de nuevo.
Estas líneas van por ahí, por lo uno y por lo otro (lo 2).
Y disculpen el retraso.
Y disculpen el retraso.
Como
bien sabrán, y si no lo saben es que algo hemos hecho bah, el
#FinDelMundo vuela solo tras un par de meses atizando al personal.
Y ahora toca qué:
Y ahora toca qué:
Ahora toca sol, toca tú y toca ensalada caprese.
La ensalada caprese es un plato que, cuando llegas a
Italia, intentas traducir para que lo entienda el camarero. Es igual que si pides
un capuccino en chino y un chino te da té. Porque la globalización es un lío y
porque tú me enredas. Bien.
La promesa: vamos a escribir cosas nuevas, a contar
otras mentiras que luego atizaremos, como el fuego, para calentarnos cuando el
frío. El verano huele a sol y el invierno, ya lo verás, también.
Esto es sólo un prólogo (apresurado pues el cerebro
da lo justo) de planes y planeos, de aviones y volcanes, de capuccinos y algún té.
Quiero.
P.D. Son montones las casualidades que hacen
mirar al futuro. Incluso esos robots de Yoshimi con los que arranca el día cada
día. Suenan así.
P.D. 2. Esto va como un cohete. De ahí la foto.
P.D. 3. La idea consiste en dedicar las vacaciones (un rato al menos) a Faulkner.
La mansión y Cartas Escogidas son dos tochos por los que
igual pago sobrepeso en Barajas. Qué sabrán ellos de lo que pesa dios.