viernes, 27 de enero de 2012

He + Participio (antepresente)


He puesto un disco...
y se ha rayado en el surco de tu nombre
(ahora da vueltas muy bajito, susurrando casi).

He comprado filetes de cualquier-cosa al vacío...
y mira, se llaman como tú
(no me los quiero comer por si te muerdo).

He abierto un libro por la página 1612...
y ahí estabas, en plena batalla con tu traje de pirata
(surcar los mares es un plan).

Happy the man, and happy he alone who in all honesty can call today his own. He who has life and strength enough to say "yesterday’s dead & gone. I want to live today."


He mirado en la maleta varias veces...
pues quería ver si quedaba algo del viaje
(y sí, en el fondo había un trozo de sexo).

He salido de casa sin rumbo...
como si jajaja no quisiera ir a tu portal
(es fácil, vives en todas partes).

He manchado de nuevo la pantalla...
pero esta tinta no sale con cristasol
(por más que te empeñes se ha incrustado).

P.D. El inciso inglés pertenece a The Booklovers, de The Divine Comedy. La canción más bonita del mundo si no fuera porque siempre digo lo mismo.
P.D. 2. A la altura de Charles Dickens, la letra dice London is so beautiful this time of year... Y con William S. Burroughs sólo wowwww!
P.D.3. La foto es de un barco pirata que vi en Nueva York. Si quieres lo robamos.

miércoles, 18 de enero de 2012

Un soplo en el...


...pum.

El otro día te hablé de soplos,
de soplos en el corazón.
Y escribí que la vida era eso, un soplo.
Like a peli de Louis Malle.
(que sí, se pronuncia Mal).

Fatal.

Souffle en francés es soplo
es suspiro
es jadeo
es clara de huevo
es un ay
es un instante
es placer
es dolor
(En realidad, souffle no es nada).

Sopla. Sopla, vivo te lo doy.

Entonces, voy al diccionario de la RAE y leo:
Juego entre varias personas que, tomando en la mano un palito o similar, encendido por la punta y soplándolo, dicen: "Sopla, vivo te lo doy, y si muerto me lo das, prenda pagarás", y lo van pasando de unas a otras.

Pierde aquella persona en cuyo poder se apaga.

Apaga y vámonos.

Tú tenías el palito, pero te empeñaste en soplar tan fuerte, tanto, que lo apagaste antes de tiempo. Cuando me lo diste era ya ceniza y claro, se deshizo entre mis yemas. En lo que sobra del souffle.

Ahora, con los dedos negros, mancho todo esto de palabras y disimulo: digo que es tinta.
Pero no, no te debo prenda... porque eso fue trampa.

(Un soplo en el corazón).


P.D. La foto pertenece a Le Souffle au Coeur, de Louis Malle (1971).
P.D. 2. La canción debe ser, claro, de Family: Dame estrellas o limones.
P.D. 3. En realidad, souffle no es nada. Nunca lo pidáis de postre.

martes, 10 de enero de 2012

Cierto olor a podrido...


La muerte a veces sienta tan mal que ni siquiera te deja tiempo para mandar un whatsapp a los de ahí fuera. "Oye, que me he muerto". Algo así le debió ocurrir a José Luis Martín Vigil, que se largó hace un año y ni lo tuiteó ni nada, no fuéramos a enterarnos. Y eso que él era imbatible en la comunicación 2.0. Su empeño por devorar el presente, por no quedarse atrás, le sirvió para seguir conectado al mundo desde aquel ático junto al Retiro en el que tantas tardes pasé. Sí. Tantas.

Hoy, la prensa se ha hecho eco retumbón del teletipo urgente; del scoop de una muerte no anunciada. Nunca antes había leído una esquela así de caducada. Como él escribió, y perdón por la boutade, con ese cierto olor a podrido. No debe molar nada que te sacudan el botafumeiro cuando tú ya estás a otra cosa. Pero supongo que hoy no había otro cadáver más exquisito para rellenar el folio en blanco de las necrológicas:

-¿La ha palmado alguien gordo?
-Qué va.
-Pues tira de archivo.
Así hablan los periodistas.

En el segundo cajón de la mesilla guardo un paquete lleno de cartas. En una caja comprada en los chinos guardo un paquete lleno de cartas. En una carpeta forrada con fotos de Kurt Cobain guardo un paquete lleno de cartas. Hay cientos. Todas de Martín Vigil. Las que yo le mandaba quizá hayan desaparecido. Quizá no.

Cuando adolescente, cuando creía que la vida era un cúmulo de soplos al corazón (luego ha resultado ser así), me leí todos sus libros de modo casi compulsivo. Los que se convirtieron en best sellers, los que eran folletines y los que comían polvo en la sección de novedades. El ansia por crecer más rápido me llevó un día a la puerta de su casa. Nada sabía yo de su presunta rara vida. Nadie me lo contó y nada me habría importado. Mis escasos 15 años no daban para pensar mal de alguien que, con amor, con devoción y con inteligencia desbordante, me iba regalando las llaves de la madurez. Una a una. Y frenaba mi ansia por crecer más rápido.

No debería arrepentirme de haber cortado el cordón cuando ya no lo necesitaba. Aun así, lo hago cada día. Cosa absurda, porque él ya sabía que ocurriría. Por eso, me dejó volar y ni siquiera me preguntó a dónde iba. No le hacía falta.

Martín Vigil fue mi abuelo epistolar, mi Iturrioz antes de que yo supiera de árboles barojianos. Gracias a él ahora estoy aquí y ahora escribo estas líneas. Y gracias también a mis padres, que más de una vez me dejaron en la puerta de su casa y esperaron pacientes a que charláramos él y yo. Seguramente, ellos sí sabían de su presunta rara vida. Nunca me lo contaron y nunca les importó.

Abuelo, tú no hagas caso de lo que diga la prensa. Pero, para otra vez, avisa.

P.D. Esto lo he escrito a cuento de esto otro: http://www.elmundo.es/elmundo/2012/01/09/cultura/1326124036.html?cid=GNEW970103
P.D. 2. Como os gusta eso de "cura maldito". Malditos curas.