domingo, 27 de junio de 2010

Tiempo de verano


En los melodramas sureños casi siempre ocurre lo mismo: incendios y sofocos. Pasiones tórridas y secretos húmedos. Puertas cerradas a cal y canto y ventanas abiertas de par en par. Con tales premisas podría hablar de "El largo y cálido verano", cuyo título en inglés rezuma gotas de sudor incluso: "The long, hot summer". También de "Picnic", "Baby Doll", "Un tranvía llamado deseo" y "De repente, el último verano". Os dejo la posibilidad de ampliar la lista y de buscar las convergencias entre ellas, desde los héroes solitarios en camiseta de tirantes (aquel uniforme del Actor's Studio) a las solteronas locas interpretadas por actrices descomunales (Angela Lansbury, Rosalind Russell, Katharine Hepburn...)
Acabo de deducir con evidente simpleza que tanta obra maestra, perfecta cualquiera en estos días de rayos y truenos, se debe a la importancia de llamarse Willy. Me explico: William Inge, Tennessee Williams y William Faulkner firmaron algunas de las mejores tramas de la literatura estadounidense del siglo XX. Los tres se llamaban parecido y los tres nacieron en el fondo sur (Kansas y Mississippi nada menos). No sé si a alguien le interesará la rivalidad entre estados más allá de las alienaciones (he escrito bien) futbolísticas. Da igual: que gane el mejor, pero yo siempre preferiré la asfixia de los perdedores. Cuestión de gustos.

P.D: En "The long, hot summer" Paul Newman se convirtió en moderno Tom Sawyer y el Festival de Cannes se lo agradeció a lo bestia, premio incluido. Tres años antes (1955), William Holden hizo algo parecido en "Picnic", pero a él sólo le jalearon las adolescentes sudorosas mientras Kim Novak lubricaba a todo escote el bendito sueño americano.

P.D.2: Recomiendo dos canciones: "El bello verano" de Family (como el libro de Pavese, que también recomiendo) y "Another sunny day", de Belle & Sebastian. Verano y pop, sí.

domingo, 20 de junio de 2010

Cierta quemazón (de azoteas y piscinas)


Quemado por el sol (cine ruso). Ada o el ardor (literatura rusa). Quemar después de leer (cine americano). Un lugar en el sol (literatura americana). España sol y playa (sabiduría popular).
Podría dar mil rodeos. Podría soltar largas parrafadas repletas de (muy) calenturienta pedantería. Podría esquivar la realidad con una sobredosis de literatura soleada. Pero nada serviría para obviar la realidad: me he quemado como un cangrejo. Mi primer día de piscina, doce horas a "plein soleil" (como Alain Delon pero en mal), se ha saldado con un rosa tan intenso como febril. Me consuela que, si "tout va bien" como diría Godard (el blanco perfecto), mañana luciré cierto bronceado. Cierto pero cierto.
Por cierto, que la piscina elegida como freidora corporal se encuentra en una azotea de Chamberí. Es un secreto de barrio y allí sólo vamos los elegidos. Los no elegidos, que son el resto, se jactan de frecuentar las azoteas modernas de la Gran Vía. Peor para ellos.
Hoy, para celebrar tanto ardor, cenaremos ensalada y patatas asadas. Asadas como mi espalda.
La banda sonora que me viene es "Baby's on fire", de Brian Eno. ¿Y película? "La ciénaga", claro. Cuál si no.

P.D.: Lo mejor para no quemarse es no tomar el sol. En caso de no seguir este consejo, tómate una aspirina al llegar a casa y búscate a alguien que te quiera y te embadurne de aftersun en las partes más inaccesibles (en la espalda, quiero decir). La foto es de "La ciénaga". Feliz lunes.

domingo, 13 de junio de 2010

Sesión de domingo


John Cassavetes participó en la película "The Killers", genial adaptación de la novela de Ernest Hemingway. No lo sabía y mira que la he visto veces. Estoy leyendo la biografía de Cassavetes, un tipo que siempre me interesó, aunque quizá no tanto como para lanzarme al enorme libro que robé aquella vez de las estanterías del averno. Anteayer rompí el maleficio y estoy tan enganchado que ya llevo un puñado de páginas bajo la influencia (sic). Sin embargo, hoy he preferido aparcarlo un rato y ver una comedia de ésas que sueltan las televisiones después de comer para amansar al rebaño. Pacemos en paz
El tocho del que hablo se llama "Cassavetes por Cassavetes", lo edita Anagrama y va perfecto para descubrir del todo al padre del cine independiente americano. Quizá por eso esta noche sería perfecta para recordar "Opening Night" o "Faces", pero hoy ya está cerrado el plan: ver a la Magnani en "La rosa tatuada". Plan mayúsculo. Aunque quizá habría sido mejor rendir homenaje a "El apartamento" de Wilder, por aquello de que acaba de cumplir 50 años según dicen las hemerotecas. Ahí va un guiño al menos:

C.C. Buster: -El espejo...se ha roto.
Fran Kubelik: -Ya lo sé. Y me gusta. Así me veo tal y como me siento.

P.D. Y un guiño más: cenaremos espaguetti al estilo Jack. With Lemmon.

jueves, 10 de junio de 2010

La tarta caníbal


Hace un par de años o así, el libro gastronómico de Alex Kapranos sirvió para que el rock y la cocina se hicieran extraños compañeros... no sé si de cama, pero sí al menos de espacio en las estanterías posmodernas. Mucho antes, el brutal escritor y dibujante Roland Topor, del grupo Pánico (como Jodorowsky y Arrabal), publicó un recetario gore que desde aquí recomiendo: "La cocina caníbal".
Por mi parte, y como pequeña aportación a la causa, anteayer hice una tarta de galletas y crema pastelera que tenía poco de rockera, de acuerdo, pero significó mi debut en la repostería.
Me gusta la gastronomía porque me gusta comer. Por eso mismo me aburren los restaurantes modernos y las pretensiones desestructuradas de ciertos chefs. Desde mis modestas atalayas defiendo los chuletones, las gambas rojas a la plancha y los cocidos de toma pan y siesta.
Quizá reconvierta este blog en un diario gastronómico. O quizá no, porque sigo con el miedo a que otros me roben las ideas. No supero el trauma ochentero del Copyright, lo sé.
La receta de la tarta es muy sencilla: galletas trituradas y apelmazadas con mantequilla, dos sobres de flanín mezclados con poca leche para que el resultado sea obscenamente espeso y unas frutitas cortadas en rodajas como toque final. Manzana y kiwi, por ejemplo.
Otro día publicaré cómo preparo la ensalada de lentejas. O mejor todavía: plagiaré la receta de "El bobo adornado", de Topor. Eso sí es surrealismo caníbal.

P.D. El dibujo es de Topor, por cierto.

miércoles, 2 de junio de 2010

Un poco de beat


Perdón si ofendo, pero cuatro son muy pocos seguidores para que de verdad me crea este rollo del blog. Importante es contar historias, pero sólo si alguien las escucha-lee-toca-huele-ve. El típico asunto del emisor-receptor, que decían en la facultad de Periodismo por aquello de rellenar horas entre tanto vacío teórico.
¿A qué dedico este rato de descanso entonces? Podría hablar de Mad Men, pero ya que otros me pagan por hacerlo me reservo la exclusiva. Sigo enredado con Mark Twain, así que no hay novedades literarias que añadir. De cine paso porque la cartelera últimamente me da pereza. Prefiero los dvd: compré "Factotum" el otro día y me gustó. Para quien no la haya visto, es un pseudobiopic silencioso (silencioso porque apenas hay diálogos) sobre Charles Bukowski, el escritor favorito de los estudiantes de Periodismo hasta que aprendemos a leer. A mí Bukowski me da un poco de grima. Me aburren sus erecciones, eyaculaciones, máquinas de follar, cañerías musicales y demás parafernalia erótico-lisérgica. Y prefiero a los beats. Bukowski no fue beat, sino el hombre que nunca estuvo allí aunque pudiera parecer lo contrario. Entendamos por "allí" el universo paralelo en el que bailaban los cerebros de Kerouac, Ginsberg y compañía. "Y los hipopótamos se cocieron en sus tanques", por cierto, libro inédito (inédito hasta que lo publicaron) de Kerouac y Burroughs, es tan divertido que te dan ganas de haber sido beat. Mentira: la realidad es que siempre he querido ser beat. O Gainsbourg. Pero ésa es otra historia.

P.D.: Jack Kerouac también tenía gato. Se llamaba Tyke y le dedicó unas líneas. Si para ser beat hay que tener gato y escribir sobre él... me voy acercando al arquetipo.